No cobran las antiguas porcelanas,
la morbidez de tono de tu mano,
ni ven sobre la arena, al meridiano,
más cálido matiz, las caravanas.
Porqué tu tez, cosecha de manzanas,
miel de caña en sazón, trigo en verano,
tiene el fulgor con que ilustró el Ticiano,
la carne de oro de las venecianas.
Tez tan radiante que a la luz del ocaso
nos dá la sensación extraña
de que colmado de sutil champaña,
se fuera casi, a desbordar un vaso.
lunes, 27 de abril de 2009
lunes, 20 de abril de 2009
La esposa
No hay en tus ojos de grandes pestañas
las tentaciones del agua profunda,
y en tus pupilas dormita fecunda,
la sanidad de las quietas montañas
la sanidad de las vidas pacientes,
el chirriar de la tarda carreta,
la senda en paz y la cumbre por meta,
y la piedad de las aguas corrientes.
Tu no me estancas la sangre en el cieno,
ni la consumes avara en la brasa,
juiciosa amiga, mujer de mi casa,
tus blancas manos se sumen piadosas
en la blancura del lienzo lavado,
tus blancas manos me dan ovillado
el hilo oculto de todas las cosas.
las tentaciones del agua profunda,
y en tus pupilas dormita fecunda,
la sanidad de las quietas montañas
la sanidad de las vidas pacientes,
el chirriar de la tarda carreta,
la senda en paz y la cumbre por meta,
y la piedad de las aguas corrientes.
Tu no me estancas la sangre en el cieno,
ni la consumes avara en la brasa,
juiciosa amiga, mujer de mi casa,
tus blancas manos se sumen piadosas
en la blancura del lienzo lavado,
tus blancas manos me dan ovillado
el hilo oculto de todas las cosas.
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